Recientemente ha saltado a los medios la desarticulación (o al menos la detención de varios miembros) de una Cryptosecta en España:

Hay aún poco conocimiento aún del ecosistema crypto y mucha desinformación, y esto, desgraciadamente, crea una oportunidad para que unos cuantos indeseables se aprovechen de la situación estafando a multitud de personas, incluso menores.
En la mayoría de los casos, los cryptoactivos, o bien se han denostado, o bien se han sobre enaltecido. Ninguna de las dos posturas es correcta, pero es esta última -la del ensalzamiento- la que abre la puerta a la aparición de este tipo de sectas.
La promesa de hacerse millonario en un corto periodo de tiempo y con poco trabajo es el cebo irresistible. De la misma forma que en las sectas religiosas lo es la salvación eterna y la proximidad a Dios o en las satánicas la supremacía personal en diversas formas. Al final, en cualquier tipo de secta, el cebo siempre consiste en la promesa de un bien supremo para la percepción de un segmento objetivo de la población.
Y, como todo cebo, se coloca en un anzuelo con «muerte»; que en este caso se manifiesta en los continuos mensajes con los que los líderes bombardean a sus «fieles» sobre todo cuando las cosas no evolucionan como esperaban, que es casi siempre:
– ¿Vas a ser una oveja más del rebaño o quieres ser de los elegidos?
– Muchos trabajan 40 horas al día para difícilmente llegar a fin de mes, ¿quieres ser uno de ellos?
– Este mercado es volátil, pero los beneficios siempre llegan. Mientras, puedes compensar tus pérdidas trayendo más amigos.
Y un largo etcétera…
Nada nuevo bajo el sol… Tanto las sectas como las estafas piramidales existen desde hace muchos años y, obviamente, la avaricia humana desde mucho antes. Los éxitos desmedidos de unos pocos -muy pocos en realidad- sólo han creado una nueva oportunidad para aplicar estas antiguas técnicas. Los principales culpables son, por tanto, los desalmados habituales sin otro objetivo que su propia avaricia.

No obstante, sí que hay algo menos antiguo y que es lo que ha hecho que hayan sido muchos jóvenes, e incluso menores, las víctimas de este tipo de sectas y es que, como sociedad, estamos fracasando en inculcar la cultura del esfuerzo en nuestros hijos. Y ahí nos tenemos que apuntar algo de culpabilidad también…
Por una parte, de algún modo nos hemos autoimpuesto la obligación de hacerles la vida lo más fácil posible (grave error). Por otra, principalmente a través de redes sociales reciben múltiples estímulos en este sentido materializados en personas que han alcanzado cierto éxito con un mínimo esfuerzo, de modo que ya no quieren ser, por ejemplo, médicos sino Youtubers o Cryptomillonarios. Obviamente, las historias de fracasos (muchísimas más) no se comparten en redes…
No tiene sentido, por tanto, demonizar el mercado crypto por casos como este. Hoy por hoy es una vía de inversión más, que crece constantemente y que puede batir con relativa facilidad la rentabilidad de la inversión tradicional, pero siempre conociendo y gestionando los riesgos implícitos y siendo consciente de que, a pesar de ser una buena vía de inversión, no puedes esperar tener el «Lambo» en la puerta en dos días.
La gente no tiene paciencia para ganar dinero poco a poco y, sin embargo, se empeña en perderlo rápidamente.
Como en casi todo, la clave está en la formación. Para invertir (no sólo en Crypto), hay que saber hacerlo. No hay más…
Los padres de las víctimas de la secta pueden formarse para poder gestionar este tema desde el conocimiento con sus hijos. Para las propias víctimas, que no querrán abandonar ese mundo, ofrézcanles una formación seria como vía de salida. Para los inversores en general, aprendan antes de aventurarse.
Únicamente asegúrense de contar con una formación seria y experimentada, aquí o en cualquier otro lugar.